El proyecto imposible y su construcción irremediable.
Una lectura de contexto
Ante el intento por responder a la pregunta genérica e introductoria sobre cómo se producen nuestras ciudades en la actualidad, no se tarda en comprobar que la arquitectura de la ciudad, operada por sus disciplinas profesionales, ha demostrado ser el dispositivo instrumental por el cual se vehiculiza la voluntad de un entramado constituido por la tensión ecosistémica entre las corporaciones agroexportadoras, industriales, inmobiliarias, tecnológicas y financieras; cuyas agendas de acción urbana están instaladas como sentido común a través del manejo concentrado de los medios de comunicación y del manejo de las redes. El ejercicio del poder político institucional establece en cada caso un mayor o menor grado de resistencia en la concreción de sus objetivos. Lo cierto es que la vida del común en las ciudades y el poder de decisión de las personas quedaron relegados a esa superficie prefigurada que en algún sentido nos predetermina, coordina nuestras percepciones y organiza nuestras formas de vida. El ambiente se modela entonces a consecuencia de esas lógicas que atienden a la producción de riqueza concentrada sin considerar los desequilibrios que ocasionan.
Para los principales hacedores de este escenario tal parece que no quedan chances estructurales de que exista un lugar necesario y con algún nivel de prioridad para las formas de solidaridad o cuanto menos para aquellas dinámicas sociales que produzcan excesos de significados que nos permitan progresar a nuevos sentidos. La idea de participación ciudadana no solo se ha desgastado en sus posibles significados sino que el formalismo de su manejo desde los organismos de gobierno ha posibilitado que se hayan vuelto prescindibles los procesos de decisión horizontales.
Las asimetrías sociales de nuestro continente ponen de relieve y agudizan estos contextos. Tal parece que bajo esta descripción estamos habitando el escenario social de las distopías. Y lo cierto es que nuestra constitución urbana es distópica porque la sociedad que la sostiene lo es. Ya no podemos llamar ficción sino realismo documental a las historias que, más que preanunciado, han relatado desde la literatura y el cine, la permanencia en el tiempo de un modo de estar en el mundo.
¿Cómo se puede pensar y producir una alternativa a este contexto? Cualquier grado de certeza inmediata al respecto caería en la sospecha de ser una respuesta convalidatoria hacia el sistema descripto.
¿Queda alguna posibilidad de planificar las ciudades o de pensar en proyectos para ellas o sus comunidades sin una conciencia sobre las consecuencias hacia sus destinatarios o hacia sus reales beneficiarios? ¿Quién determina las necesidades y bajo qué parámetros de estudio se establecen? ¿Qué horizontes rigen la construcción de escenarios y proyectos futuros? ¿Quiénes participan de su conformación y de la instalación de prioridades?
En términos del abordaje al pensamiento acerca del hecho urbano desde su análisis, es probable que una mirada ceñida a lo concerniente al entorno físico permita reconocer las variables que lo conforman a partir de que, desde la convención, el aspecto visual-material es el que mayormente ha sido aislado para su estudio. Pero lo cierto es que la dinámica urbana es inaprensible y mucho más amplia que su mera fisonomía. Lo escurridizo de su estudio reside en la incerteza de la información sobre la que se apoya el conocimiento de los hechos o acontecimientos, principalmente intangibles, que ocurren en las ciudades y en el contexto de la infoesfera. Es por ese motivo que los proyectos urbanos, cualquiera sea su escala, construyen la información a su propia medida y con ella determinan su propio relato argumental.
Siguiendo esa pista, el primer desafío radica entonces en la construcción de un modo de registro de la información lo suficientemente efectivo y eficiente para actuar a la velocidad que las dinámicas del escenario actual plantean. La cualidad de las variables, las formas de articular la información, las maneras de construir relatos en tiempo real de los acontecimientos y de las interacciones, de los fenómenos y de las afectaciones ambientales, se vuelven imprescindibles en función de interpretar las posibilidades de construcción de redes de intercambio y de economías solidarias, de acontecimientos y de micro-intervenciones que devengan en acciones urbanas beneficiosas para las comunidades.
Hacia una universidad solidaria
La suma de interrogantes sobre la actualidad del problema de nuestras ciudades surgidas de una inevitable lectura de contexto, aparecen como motivaciones estructurales a enfrentar esta etapa de actividad académica del taller a77 como cátedra de proyecto urbano y arquitectónico dentro de la universidad pública.
El desafío por delante es cómo complementar un campo de aprendizaje en otras escalas a partir de la experiencia acumulada en los proyectos de a77, con una oportunidad de ensayo de una forma contemporánea, crítica y ejecutiva para pensar en las ciudades y los territorios desde sus ecosistemas. Y algo más, en cierta medida primordial, cómo tomar actuación en esta historia.
La complejidad del caso impone la necesaria construcción colectiva de un ámbito para reflexionar y concentrar miradas, convocar diversos pensamientos y múltiples construcciones que desarrollen alternativas al escenario actual. La propuesta es construir un espacio de producción colectiva del conocimiento de la arquitectura urbana, donde la arquitectura de la información y su registro encierran la mayor parte del problema en el despliegue proyectual. Ocurre con la información, cada vez más dinámica y cambiante, que define una envolvente de nuestra cotidianeidad construida a través de noticias. Las noticias nos moldean, nos condicionan y son dadoras de sentido común. Allí reside un núcleo importante del trabajo para el aprendizaje: lograr el acceso por los propios medios a la producción de información asumiendo el compromiso de participar desde una ética urbana asociada con la mayor cantidad de actores que se asuman partícipes en esa búsqueda.
La incertidumbre, que en proyectos realizados en a77 con anterioridad, ha sido una materia de trabajo basada en la confianza hacia la comunidad participante es, en cierta medida, extensible a una idea del urbanismo: una disciplina que sería más fácil de identificar en sus objetivos si se resumiera a ser definida como la vida con lxs otrxs.
Al contrario de lo que las actuales corrientes de pensamiento neo liberal asumen como una característica que atañe al camino de realización individual del emprendedor, la incertidumbre es una herramienta de emancipación que exige de la mutua confianza sostenida desde la cooperación y el juego colectivo. En ese sentido es momento también para realizar un ejercicio autoconciente y pensar en qué grado la universidad es responsable instrumental del estado de las cosas dentro y fuera de sus paredes.
Todo supone que esta es una oportunidad para repensar alternativas de aprendizaje, a la sombra de un escenario local y global que ha consolidado para nuestros ambientes una ecuación de acumulación de riqueza, extractivismo de recursos y vaciamiento de estímulos operativos y discursivos a las prácticas asociadas a los mecanismos de solidaridad.
Cuando todo parece imposible es el momento para desear la transformación y volver a desafiar a la utopía.
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Este texto introductorio del taller a77 FADU UBA, forma parte de lo expuesto en las X JORNADAS ARQUITECTURA INVESTIGA “Aprender haciendo, investigar las prácticas”. Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño UNR; Rosario, 13 y 14 de Junio 2018 . Publicación de la FAPyD. Universidad Nacional de Rosario.